La palabra Mantra, proveniente del sánscrito y es la combinación de los elementos: “man” (mente), y “tra” (liberación)
La mente está constantemente en movimiento, jamás descansa. Los pensamientos surgen de todas partes: del pasado (la discusión que tuvo con su padre hace veinte años), del presente (¿dejó la cafetera con el fuego encendido?), del futuro (hay tantas cosas que hacer este fin de semana), y parece como si no hubiese un espacio vacío entre dos pensamientos o fuera imposible tenerlos bajo control.
¡Su mente y sus pensamientos no deberían ejercer un control sobre usted, por el contrario, debería ser usted quien ejercite un control sobre ellos!
Una de las maneras más eficaces de lograrlo consiste en dirigir los procesos mentales y hacerlos más lentos mediante el uso de un mantra.
Los mantras contienen vibraciones muy altas que se repiten un determinado número de veces con un propósito específico, y por la frecuencia que producen, tienen el poder de enfocar la mente y motivar cambios.
A medida que repetimos y nos concentramos en un mantra, nuestra mente no tiene espacio ni tiempo para otros pensamientos y por ende, logramos relajarnos y meditar más profundamente. La mayoría de los mantras fueron creados como invocaciones a seres superiores y contienen energía creadora.
Los mantras emplean los mismos canales subliminales que la música y los anuncios publicitarios, aunque con intenciones mucho más benéficas.
No es necesario intelectualizar el “significado” o la simbología del mantra para que su sonido ejerza sus efectos sobre nosotros. El ritmo sonoro funcionará en el plano inconsciente y acabará por saturar los pensamientos conscientes, lo cual a su vez, afectará a los ritmos. De hecho, parte de la magia del mantra consiste en que no se debe reflexionar sobre su sentido, pues sólo así trascenderemos los aspectos fragmentarios de la mente consciente y percibiremos la unidad subyacente.