Cuando pensamos en este nuevo año, ¿qué deseos sinceros nacen en ti? 🌿🌻💜

Es año nuevo, disponemos de todos los requerimientos que se precisan para lanzar al universo nuestros pedidos más especiales. 

El nuevo comienzo de la rotación planetaria nos inspira para renovar nuestro entorno, nuestros objetivos y nuestras relaciones con los demás. 

Sin embargo, ¿en qué consisten los deseos en los que concentramos fervientemente nuestras energías? Nos pasamos la vida deseando cosas que son ajenas a lo que somos en verdad, cosas que nos distancian de la posibilidad de reconocernos y de ser verdaderamente felices.

Creemos, porque eso es lo que nos han enseñado a creer que, si contamos con la posibilidad de comprar las prendas más costosas, de cenar en los restaurantes más elegantes de la ciudad y de viajar a los destinos más exóticos, somos los seres más afortunados del planeta. 

Pero cuando vestimos dichas prendas, cuando cenamos en aquellos restaurantes, cuando nos encontramos en aquellos lugares exóticos descubrimos que no estamos verdaderamente satisfechos y felices. 

Nos vemos agobiados por la falta de tiempo, porque no entendemos a quienes nos rodean, porque no logramos el verdadero amor y, sobre todo, porque no logramos comprender nuestra verdadera naturaleza y estar conectados con nosotros mismos.

Pareciera que tenemos algunas metas que se han implantado en nuestra mente como una lista de actividades a cumplir que traen como respaldo ser felices, pero si lograste estas metas el año pasado, ¿hoy eres más feliz? Y si no es así ¿ahora qué deseas? 

Como ya lo hemos escuchado un sinfín de veces, la felicidad no está en lo material, pero comprenderlo puede ser complejo ¿Quién no se sentiría mejor con un viaje alrededor del mundo, con tener los lujos y la fama deseada?, y bueno siendo así, ¿por qué aquellas personas que lo tienen “todo” no parecen ser más felices? 

Volvemos entonces a la frase anterior, los objetos materiales y llevar una vida material nos dan una casi felicidad temporal que trae como consecuencia sufrimiento, es decir, te apegas a eso nuevo que por naturaleza va a desaparecer, por ejemplo; conseguir un vehículo te hace “feliz”, pero cuando piensas en los gastos, el parqueo, los impuestos etc., no suena tan perfecto, o quizás para algunas personas si lo sea, y aun así, el carro se dañará o peor aún, y sin ser fatalistas, en algún momento partiremos del mundo, porque el cuerpo también es temporal, moriremos y no es un secreto. 

Y aun sabiendo esto nos empeñamos en acumular y seguir anhelando cosas, esperando que algo material nos supla una necesidad espiritual, una necesidad de nosotros, del ser, por eso una vez obtenemos algo deja de ser atractivo y valioso y volvemos a desear algo superior porque la felicidad es superior a todo lo que nos pueden hacer creer. 

Sin pretender entrar en otros grandes temas de reflexión, recordemos que hoy tenemos nuevamente más de trescientos días para buscar la verdadera felicidad y por eso debemos celebrar la posibilidad de iniciar, de desear con nuestro corazón.

En esa búsqueda personal de ese estado de felicidad, nos podemos perder con los deseos materiales y ficticios, y es que emprender un camino de felicidad se fundamenta en un proceso diario, en una construcción que implica dedicación y aunque parezca sencillo no significa que sea fácil. 

Sí la felicidad la comprendemos como un estado cambiará constantemente, mientras que, si la comprendemos como una actitud hacia y con la vida será posible permanecer en ella, pues no será una meta a cumplir, sino una manera, la más hermosa, de vivir la vida, pero ¿Cómo iniciar con esta nueva concepción de vivir la vida? 

Puede parecer romántico e idealista actuar de manera bondadosa y amorosa en un mundo tan vertiginoso como el nuestro, con tanta violencia, intolerancia, odio, y que todo esto no nos afecte, sin embargo, lo mismo sucede con los deseos de nuevo año, donde reconocemos todas las problemáticas sociales que existen en el mundo, pero nos centramos en conseguir fama, dinero, bienes materiales, porque de nuevo caemos en un charco de ilusión de lo que superficialmente nos puede dar la felicidad. 

No significa que tengamos que solucionar los problemas mundiales, pero si tenemos que resolver nuestro mundo interior porque allí radica la verdadera paz, la armonía y el amor, esa chispa que nos impulsa a comprender y actuar en la realidad.

Ahora bien, la respuesta a cómo emprender en este nuevo año para cumplir nuestros deseos esenciales, que se puede reducir a uno, estar plenos, felices, no se encuentra en el exterior, basta con buscar en nuestro corazón, con escucharnos y el amor se manifestará con una serie de cualidades que nos hará comprender, estar y saber estar en el mundo de manera bondadosa, es decir, de manera amorosa con los otros y nosotros mismos.