Yoga significa unión. Unión de la mente y el cuerpo, unión del alma y la divinidad. Si la divinidad es la fuente, la razón y el centro de todo, no hay ningún propósito y ninguna cualidad que no provenga de ella. Si respiramos, comemos y nos movemos, es por ella, si amamos, si somos honestos o incluso si no lo somos, es siempre porque se nos lo permite.
Entendiendo este principio, podemos ver que somos almas espirituales al servicio de un propósito mayor. Todo en la naturaleza tiene un orden, el Universo en general funciona por un orden y ese orden es perfecto, es la creación perfecta de la divinidad, de la cual nosotros somos parte, es por ello que no podemos controlar los ciclos de la naturaleza que observamos y en ocasiones ni siquiera podemos controlarnos a nosotros mismos.
Entre más nos hagamos responsables de nuestra condición, mejor podremos servir a ese orden natural de la divinidad, porque al entender nuestra posición en este mundo vemos que nuestros talentos, características y habilidades tienen como los demás elementos de la creación, unas funciones dentro de ese orden y solo en este sentido, podemos armonizarnos con una voluntad superior.
Creemos tener la facultad de “crear” y muy insistentes en esta idea, hemos desarrollado desde los techos bajo los que vivimos y las preparaciones con las que nos alimentamos, hasta convenciones sociales o grandes tratados legales, cuando la verdad última es que nosotros hacemos parte de lo creado y si acaso, lo que podemos es apenas recrear. Sin embargo, generalmente nos mantenemos muy ocupados alimentando estas construcciones al cumplir funciones que nos asignamos nosotros mismos o a quienes son nuestros líderes o jefes.
Poco a poco según nos vamos desconectando de la sabiduría ancestral, del conocimiento original y divino, nos desconectamos también de los ciclos naturales y nuestras funciones constitucionales, para trabajar en promover una artificialidad en la que no podemos llenar nuestro ser. Ponemos demasiada energía en ser exitosos y acumular logros, pero nos podemos seguir sintiendo vacíos, ¿Por qué? La respuesta es que estamos desarmonizados, y como el yoga es también armonía, esta es una situación completamente contraria a la práctica.
Cuando trabajar por el dinero, trabajar por la fama o trabajar por escalar una posición social se convierte en el centro de nuestra vida, estamos viviendo en ilusiones falsas que generan grandes sufrimientos aún en medio de las satisfacciones que encontramos. Si el centro es la divinidad, trabajar con ella en la base de nuestros propósitos es la perfección de todo nuestro esfuerzo y su recompensa es el profundo sentir de quienes en realidad somos, almas en completa felicidad.
¡Sirve para un propósito mayor! ¡Sirve con amor a todos los demás!
Por: Jhulan Yatra Devi Dasi